Llega el momento en el que no aguanto más. Me siento en algún rincón atiborrado de bulla e imagino tenerte frente a mí. Imagino pintándote sonrisas con momentos vestidos de palabras. Miro tus ojos achinarse y perderse entre tus mejillas. Imagino no tocarte, no abrasarte, no besarte. Lejos de una muestra de cariño, me veo tratándote como si nunca me hubieras hecho falta. Imagino no llorar. Imagino no estar hebrio para poder recordar cada segundo de ausencia por las noches, en las que tu presencia divagaba entre el alcohol y mi niñez.
miércoles, 13 de agosto de 2008
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