Sabes, te extraño. No sé como ni cuando pero lo hago. Solo me doy cuenta cuando pasado el momento una profunda pena me abraza y lo hace muy fuerte. Lo peor es que eso no acaba ahí, luego siento la desesperante sensación de adormecimiento que me entumece el cuerpo hasta casi perder el sentido de la realidad y todo acaba cuando un cortante beso, ladrido, timbrado de teléfono o llamado repetido me regresa de un jalón a la realidad.
Me haces falta y no me acostumbro, pasó el tiempo y no me acostumbré.
Te necesito Dolita.
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