Lo peor de extrañarlos es ser mudo,
es jugar a ser inherente del olvido
tratando de borrar pasados cercanos,
lejanos, añorados y no realizados.
Lo cercano de amarlos desde lejos
es como vivir con los ojos cerrados
apartándome del mundo en silencio
y rogando por que no pase el tiempo
para desear soñarlos con más ganas
y para continuar lapidando esas ansias.
Y es que lo peor de amarlos no sólo es eso,
es querer ya no querer sentirlos
al vivir el lunes pasando por los domingos,
es limitarse a tentar sólo palparlos
sin punto seguidos, sólo abyectos finitos.
Lo peor de amarlos no es sólo amarlos,
es putearlos entre marzos y junios
y creer sentirme perdido en el sol de fa
y querer dormir unos tres meses
para despertar irrisoriamente alineado,
diferente y viviendo con un abrazo soñado.
es jugar a ser inherente del olvido
tratando de borrar pasados cercanos,
lejanos, añorados y no realizados.
Lo cercano de amarlos desde lejos
es como vivir con los ojos cerrados
apartándome del mundo en silencio
y rogando por que no pase el tiempo
para desear soñarlos con más ganas
y para continuar lapidando esas ansias.
Y es que lo peor de amarlos no sólo es eso,
es querer ya no querer sentirlos
al vivir el lunes pasando por los domingos,
es limitarse a tentar sólo palparlos
sin punto seguidos, sólo abyectos finitos.
Lo peor de amarlos no es sólo amarlos,
es putearlos entre marzos y junios
y creer sentirme perdido en el sol de fa
y querer dormir unos tres meses
para despertar irrisoriamente alineado,
diferente y viviendo con un abrazo soñado.
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