viernes, 15 de agosto de 2008

Versos de un corazón descorazonado

...con desprecio...

Espero que te sobren tus presentes y chocolates,
que sientas los brazos de Venus de Milo hoy,
que mañana te duelan las costillas por los abrazos
y que la grasa se materialice y no precisamente en tu corazón.

Ojalá te quedes sin dinero lejos de tu casa,
que la noche sea fría y no tengas cielo, ni cobertor,
que la lluvia sea tenue, aburrida y ácida
y que tus llamadas no las conteste pero ni Dios.

Espero que sigas tan linda como alta y amarilla y esbelta,
que las canciones, todas, sean inspiradas en ti,
que tu culo siga despertando el deseo
y que creas que no eres sólo una ilusión.

Ojalá sigas con las dietas basadas en sístole de antojos,
que no puedas con gaseosas y sus ingentes placeres,
que hullas de la media tarde y los helados y la tele
y que sigas añorando vivir con razón.

Espero que de mañana sudes tanto como el sol de febrero,
que te arda los poros desde el quinto infierno,
que tus huesos te duelan junto con tus piernas duras
y que la noche putee tus minutos y esfuerzos de cojuda.

Ojalá no te falten caricias suaves y cortas y dulces,
que te hagan creer que no te aman con la médula,
que los deseos lujuriosos, desde que te conocieron, desaparecieron
y que toda la vida serán quijotes disfrazados de corazón.

Espero que sigas montada en BMWs y audis y mercedes,
que continúes comiendo lo de Rizotto y Pablo,
que lo que leas siga siendo Vanidades y Cosmopolitan
y que te siga costando cuatro combinar un color.

Ojalá que de verdad te valga un carajo mi existencia,
que te burles de mis versos rosas y mariposas multicolor,
que desde pronto te acuestes y vuelta tires con alguien
y que, por esto, te de más de una infección.

miércoles, 13 de agosto de 2008

A Dolita...

Llega el momento en el que no aguanto más. Me siento en algún rincón atiborrado de bulla e imagino tenerte frente a mí. Imagino pintándote sonrisas con momentos vestidos de palabras. Miro tus ojos achinarse y perderse entre tus mejillas. Imagino no tocarte, no abrasarte, no besarte. Lejos de una muestra de cariño, me veo tratándote como si nunca me hubieras hecho falta. Imagino no llorar. Imagino no estar hebrio para poder recordar cada segundo de ausencia por las noches, en las que tu presencia divagaba entre el alcohol y mi niñez.