martes, 28 de agosto de 2007

Morir

Morir es tratar de querer nunca verte
al voltear la mirada jugando a dormir
e imaginarte no tan bella para odiarte
y así me dejes ahogarme para morir.

Morir es jugar a jamás haberte pensado
aunque mi mente de soslayo no mienta
y mis sueños aterricen en lo mentado
y tantas veces sueñe esquivarlo y tienta.

Morir es pensar a mi triste nombre olvidado
de tus labios para ser odiado y pasar
a ser propiedad de un difunto enterrado
nombrado sentimiento de un ser impar.

Morir es extrañarte sin siquiera poder mirarte
y torturame con nombres y predicciones
de esas que la vida pinta aquí para callarte
de esas que yo creo real y tu ficciones.

Morir es haberte nunca conocido
y maldecir una niñez y muchos años
en las que hasta hoy he sabido
que vivirás en mi muerte para yo vivir en tus manos.

viernes, 17 de agosto de 2007

Pronto

Algún viernes, la noche con sus largos brazos y tremendas mañas me llevará. Y lejos de volar y bailar el viento, tan fuerte como todos los mares, me envolverá para contarme cuentos cortos y hermosos, de esos que el invierno sabe y la soledad tanto disfruta. Ojalá y ese viernes llueva, o tan sólo garue y sea frío para alcoholizarme en paz y fumar en paz y desvariar en paz y extrañar en paz.

martes, 14 de agosto de 2007

La pena de alguien

Estaba en los peñascos, sentado en las piedras, coqueado hasta la sombra. Tenía un cigarro entre los dedos y el alma dándole frente a las olas. Un frío inclemente para el Callao, no para su polo de mangas cortas. Yo lo miraba de lejos, él desvariaba en la fría brisa del mar. En la playa de los guapos, de los bravos... ahí estaba él, en su mar.

Aunque alguna vez me confesó que odiaba el mar, creo que por eso sus más ondas depresiones las pasó en una covacha frente a éste, pero ahí estaba él; no dentro de la covacha de siempre, ésa que combinaba los olores de la pasta, la coca y la marihuana, donde están los hombres más adinerados de Lima mezclados con los más miserables del puerto.

Una mujer, eso se formaba en el humo de su cigarro. Una de cabellos que hipnotizan -tan mentados ellos- una de piel tersa y clara, una princesa. Y fumaba más, tratando de largarla de su vida, queriendo arrancársela del corazón porque sabía que él no era digno de ella, su pasado lo condenaba, las lágrimas de ella lo sentenciaron a morir en vida uno y otro día... por toda la eternidad.

viernes, 10 de agosto de 2007

...

Estoy sentado con la misma mirada. Perdido como hace algunos años.

Vivo inmiscuido en unos labios, atraído por palabras e ilusionado por algunos desvelos.

En el limbo del dejar hacer dejar pasar ando. Reclamo mi ganas inertes de leer.

Juego a recordar sin lesionarme. Uso frases pasajeras que sólo logran rasguñarme.

Hablo de la nada como si me escucharan. Entiendo que no muchos viven interesados en el vació, en la ausencia del todo.

Analizo la moda y los gestos. Harto estoy de autores y teorías.

Tengo un look de presidiario. No extraño la gomina ni los cuellos duros.

Añoro el olor a comida casera, enamorado estoy de las grasas.

Abandoné el tabaco, en realidad en ese camino estoy. No creo que me duren las ganas.

Sigo adorando a Baco.

Me gustan más las fotos. Tengo un corazón prisionero en un retrato y éste sí me habla.

Entiendo más al bullicio, hemos empezado una relación de respeto mutuo. Yo lo llevo y él se calla.

Aprendí lo que es un segundo en soledad. Es el todo, es la eternidad.

Miro más sonrisas en el mañana. Discrepo en demasía con el presente.

Aguardo un retorno y dos abrazos.

Respiro más y duermo menos.

jueves, 9 de agosto de 2007

...

Una cama con 256 frasadas cubriéndola, un par de almohadas en el piso al lado derecho de ésta y ropa por todos lados. Una computadora testigo de muchos silencios incontrolables, una paciencia que se desgasta en un pasatiempo añejo y bolsas de lana. Una chalina sobre su cuello, unos ojos cansados de extrañar, la mente perdida. Un intenso aroma de quietud inunda la habitación, vasos de algún café, esperanza en papeles apilados tratando de soportar la asfixia que provoca el recuerdo.

miércoles, 8 de agosto de 2007

Cojudos de niños, cojudos de viejos

Todos los sociólogos peruanos, imbuidos de un heroico espíritu de optimismo, derraman diariamente sus notables conocimientos en vano intento de orientar a padres e hijos para que no falle el viejo aforismo popular que interrelaciona a la niñez y a la juventud con el futuro de la patria.

En efecto, desde la gran mentira china de que cada niño viene con su pan bajo el brazo los peruanos, que somos creyentes a ultranza de los dogmas, tradiciones, mitos y leyendas, nos tragamos sin agua ni ápice de duda el tema del pan axilar de nuestros hijos. Con el entusiasmo digno de mejor suerte seguimos dale que dale a la herramienta hasta llenar la casa de muchachos malcriados y llorones pensando, con buena fe, que ellos salvarán al Perú.

Para los padres, jóvenes o veteranos, naturales o con ayuda del vecino, la responsabilidad parece terminar cuando la esposa entrega a la comunidad internacional un nuevo espécimen de futuro ciudadano.

La felicidad, como las elecciones democráticas, sólo tiene la duración de veinticuatro horas. Horas en las que el afortunado padre se bebe media cantina demostrando que es un hombrón haciendo hijos y terminando de joder al país.

Después de dicho lapso de radiante satisfacción, el infeliz se da cuenta que debajo del brazo el párvulo no ha traído ni mierda y que ahora, con el mismo sueldo cojudo que gana, tendrá que cubrir los gastos de la casa y pasar hambres mirando fijamente al futuro de la patria como ingiere leche en ingentes cantidades, caga pañales a montones, orina sábanas sin piedad y duerme tan tranquilo que provoca estrangularlo al maldito.

¡Futuro de la patria!... sí, seguro.

Los abuelos, que se encargan de malograr hijos ajenos aunque sean de sus propios vástagos, contribuyen exitosamente a engrandecer el futuro del Perú o mejor dicho, colaboran con el sano intento de poner más cojudos a los nietos de lo que ya son por sangre y estirpe.

Como dice el humorista chileno Coco Legrand: Primero les hablan en otro idioma muy diferente el castellano y el infante en lugar de entendernos mejor, sigue tragando leche, cagando pañales y orinando sábanas; y a lo mejor, dentro de la psicología infantil moderna, se pregunta con sorpresa: ¿Porqué tendré abuelos tan huevones?

En la actualidad, con tanta delincuencia, desorden vehicular, tanto padres como hijos no saben que hacer con sus propias vidas. Ya no es como antes que las mamás salían con sus crías al parque para que tomen sol y aire fresco. Las viejas pitucas y las que querían parecer aristócratas, enviaban a sus productos con empleada enmandilada con el mismo fin. Lo cierto es que los hijos de los pobres y los ricos por lo menos se unían en el parque, porque ahí todos eran iguales. No existía el peligro de las mafias de traficantes de niños, ni de los maraqueros seguidores de Abimael, Osama o Bush.

Cuando crecían los muchachos, por lo menos sometidos al Manual de Carreño, los padres, sin querer liberarse de la responsabilidad para con el futuro del Perú, pensaban que habían colegios buenos, universidades buenas e institutos armados para los que andaban misios y querían educación superior para los suyos. Los viejos eran más sinceros que nadie, pues sabían que en cada casa y en cada familia bien conformada se estaba construyendo el futuro de Cojulandia (Perú).

Después de algún tiempo los padres e hijos han cambiado desde la cuna. Superman, el Hombre araña, Rambo I, II,III y todas las huevonadas infantiles creadas en Hollywood y Japón con sus robots, han logrado desplazar a la Caperucita Roja de la que tanto anda hablando el lobo, Hansel y Gretel, El satresillo valiente, Pinocho que por ahí dicen que está de casanova dado a su envidiable órgano de estructura maderil y otros tantos personajes heroicos y brillantes que hacían soñar con el país de las maravillas o el mundo de nunca jamás.

Que se puede esperar de la niñez y la juventud si ahora se juega con misiles y la forma de sacarle la mierda a Saddam Husein, pistolas láser, bombas de destrucción masiva y el que menos practica judo, karate o taw kwon do. Y esto se da ya que ahora los papis modernos se mueren de alegría cuando matriculan al pequeño cojudo para que se convierta en tortuga ninja y llegan al orgasmo mental al ver a su crío disfrazado de Kimono y parado sobre el tatame.

Todo va de mal en peor, menos mal que yo ya fui criado de la mejor manera posible y que no tengo a quien mierda malcriar.

miércoles, 1 de agosto de 2007

Días de espera

Es cansado esperar algún día
con una respuesta o una frase
tanto realmente yo añoro
llevarte a la torre más alta,
al Tibet, al Napai, al cielo,
llevarte conmigo y mis días.

Es cansado mirar y creer nada
saber que desconfías despierta
y que la noche no apacigua,
ni calma, ni engaña, ni arrulla,
porque las historias ya están,
escritas, talladas y perpetuadas.

Es cansado hablar a tu pared
temiendo que habra un mañana
no porque quieras y eso lo sé
más sí necesario es y será,
y pasará, y te irás y moriré,
pero ahí estaré y lo verás.