miércoles, 30 de mayo de 2007

Al aire y años

A los cajones del alma,
muy corazón adentro
no guarda nada, no cabe
la garua entiende.

A toda piel sin límites,
mientras respiro y algo vivo
siempre siento, siempre pienso
la memoria entiende.

Con las miradas seguras,
de mentiras llenas
con verdades, con deseos
el café entiende.

De reproches a solas,
la vida muere y juega
para cuartos , para el mismo
la calle entiende.

Nada pasa por delante,
por no entender vuela
tan callada, tan vibrante
el adiós entiende.

Mil cuerpos con miradas,
la desdicha desde lejos
un deseo, un pedido
la esperanza entiende.

Sólo fieles de escuela,
los años pasados muy pasados
de un mismo lugar, de amistad
el techo lo entiende.

lunes, 28 de mayo de 2007

Del alma y adios

Nada ya es claro,
las mesetas inundadas por mares
bagan sin rumbo
a la nada, a algún puerto.
Los martes vuelan,
las fechas abandonan las noches
y sin nada a espaldas
se marchan, se mueren.
Los panfletos ríen,
saben de la sal en la yaga
solo miran callados
no comentan, no nada.
Se escriben ya solas,
las palabras sabidas últimas
de los peces que abandonan
sin despidos, sin bienvenidas.
Con nariz de venganza,
miran como giran y marchan
la coca y el humo
de tus ojos, de la paga.
Duele y el sol sabe,
de la noche los secretos
y los abusos de una inspiración
de whiski, de cantos.
Porque ya las bellas,
que murieron en el Tibet
con los recuerdos y esperanzas
aún esperan, aún sueñan.
Y los ases perdieron,
el humo se marcha solo
como retratos de perros
adiós vida, adiós vida.

domingo, 27 de mayo de 2007

Una vista atrás para no olvidar

Cuando en Lima, la gran ciudad, la creída Troya rodeada de sus muros separatistas y segregadores, aparecieron perros colgados de los postes del centro histórico se supo que el terror había llegado. Creído insignificante e incipiente, el terrorismo no importaba siempre y cuando esté a kilometros. Lejos de la capital, en el centro sur del Perú las víctimas parecían no valer igual. Los indios no sienten, no importan, sólo mueren y ya.
El gobierno de turno no daba crédito a esos hombres pegados a un machete y fusil que cual reflejo jalaban el gatillo contra el que se le ponga en frente a discutir sus ideas. Las matanzas en Ayacucho (pan de cada día) llegaban a Lima como noticias casi foráneas. En la gran ciudad nunca se pensó que el terror llegaría a aposentarse en sus suelo. Hasta que pasó.
Asesinatos selectivos, atentados como el de Tarata y policías abatidos ya eran rutina y sin darse cuenta ya estaban fuera de control, fuera del alcance del gobierno, casi imposible de frenar. La pregunta quién dominaba a quién salía a flote.
A sus comienzos autodenominados como los que llevarían al pueblo hacia el poder, Sendero Luminoso trató de calar en el pensamiento del hombre campesino. Aprovechó de esas almas resentidas y sentidas abandonadas para imponer su pensamiento marxista, leninista, maoista o como la mayoría de gente entendiera luego pura matanza, pura sangre, puro terror.
Es así que tras no encontrar eco, Sendero se dedicó a realizar una ola de atentados, masacres y genocidios, y quienes al comienzo eran vistos como futuros camaradas ahora eran llamados soplones, burgueses o simplemente "indios de mierda" (como decían los carteles que se les colocaba cerca a sus cadáveres). Caracterizados por su barbarie, Sendero aniquilaba a quien se les ponga en frente, de lado, atrás, en fin, a todo aquel que impida realizar su plan sangriento de llegar al poder. Cobros de cuotas, juicios populares, abusos y desgracia eran una ley en su accionar.
Luego MRTA, hermano gemelo de Sendero, sale a la palestra con muertes de oficiales, secuestros y extorsiones. Un modo de operar similar al de los Extraditables en Colombia. Más políticos, así se mostraban. "Somos una guerrilla, no como Sendero", así se proclamaban. Nada más lejos de la verdad. Partamos de la definición de guerrilla como un grupo de hombres armados que le declaran la guerra al gobierno opresor y tirano. Un ejemplo claro Caso Nicaragua, El Salvador eran guerras en las que se veían involucrados guerrilleros y militares. No se asesina civiles (no siempre se respetaba este punto). Se les recluta y se les forma. O el más conocido por todos, la revolución cubana con Fidel Castro y El Che Guevara a la cabeza.
Los medios eran un repasar de sangre, llanto y morbo. Las imágenes, una más impactante que la otra, nos hacían inmunes al dolor. El dolor, pan de cada día, era adiasente al vivir peruano. Nos habíamos robotizado, ya nada era peor, siempre había algo peor.
Tras años de horror, el país logra salir de esa época de barbarie. Aparece la generación hija del terror, somos esa generación. Testigos del llanto. Testigos de la bestialidad de un psicópata algo inteligente que se creyó deidad y fue visto así por sus partidarios. La educación y una formación llena de valores y de respeto por la vida deben abrumar a nuestros niños. Todo, ningún esfuerzo estará de más para evitar que la historia se repita.

Mis 17 y abriles

Mayo se la llevó
tenia mares y se fue,
así como los versos más bellos
así se fue.
Y entonces morí
y volví a vivir,
recuerdos de noches se pegaron
con poemas nunca enviados.
Y las esquinas de garua tenue
y los inviernos de manga corta
se marcharon con la sombra
del árbol que ya no está.
Ahora en la luna vive
y muy lejos, tan lejos estoy
en el Tibet junto a don nadie
un amigo, un amigo que me abrazó.
Y la muerte y la coca lloraron
una partida de alas tan lejos voló,
ahora falacias e ironías dibujaron
un baile que algún pendejo robó.

A un gran amigo

Creo que tenían 15 ó 16. Caminaban de la mano en silencio, sonriendo tímidamente y bajando las miradas. Compraban futuros donde se les antojaba. Hablaban de nombres, de paredes, de jardines. Planificaban festividades, ya tenían los horarios. Se amaban.
Los vi por primera vez junto a un poste. Muy jóvenes, muy inexpertos, muy felices. Oscurecía casi. Hacía calor pero ella usaba una casaca. Aguardé un momento. Tras largos 10 minutos caminaron. Un paradero muy cercano fue el destino. Ella subió a una combi y se marchó. Él esperó un momento y caminó.
Los conocí, no tanto como hubiera querido, pero los conocí. Siempre los veía en la puerta de una casa de color inexplicable. Siempre abrazados, siempre felices, siempre llorando. Alguna vez me dijeron que se casarían. Alguna vez lo encontré a él muy ebrio cerca a mi casa:"Puede pasar una eternidad, mil personas... siempre terminaremos juntos, siempre nos amaremos", me dijo.
Hace mucho que no se de ellos. Ya no los veo, ni los busco tampoco. No he perdido el interés en seguir cazando historias, es sólo que ultimamente he estado paseando por los cielos y los infiernos. No se si seguirán juntos. No lo se. Pero algún día los buscaré y escribiré mucho de ellos. Por lo que sabía y se veía, sería una gran historia por contar.

sábado, 26 de mayo de 2007

Sólo catarsis

Estabas sentada y temblabas, lo recuerdo. No notaba la diferencia de tus ojos y las estrellas, lo recuerdo. Hacía frió y pocos miraban, lo recuerdas. Miré tu boca, cerré los ojos y te besé, lo recuerdo. Tras una pregunta muchos años, lo recuerdo. Muchos mayos y una vida, lo recuerdas. Una última petición mientras estabas recostada en mí, lo recuerdo. Una bodega y una respuesta, tú ... ya no lo recuerdas.

Dolibeth

Maldito seas tiempo y distancia,
malditos sean mis recuerdos,
maldito yo por ser hombre y tener corazón,
maldito por no saber olvidar...

Ya ha pasado muchas noches desde que la vi por última vez. Estaba más delgada que antes. Muy guapa y muy joven . Aún podíamos respirar al mismo compás. Su corazón todavía llevaba el ritmo del mio. La cama contemplaba en silencio como entre lágrimas, reclamos y un solo destino yo imploraba por detener el tiempo.
Como aquella cena en el segundo piso. Entre la oscuridad, los destellos de luz, la confusión: "Madre, cierra los ojos, recuerdas cuando era niño, cuando me cargabas y me mesías en tus brazos. Recuerdas mi sonrisa, mis besos, mi te amo de un abril. Ahora detén el tiempo, pídele a la eternidad que lleve a su memoria todo lo recordado. Abre los ojos... nunca nos separaremos, desde hoy no estaré ni estarás sola... siempre que recordemos esto, siempre que detengamos el tiempo en esta escena, estarás a mi lado, volveremos a reírnos juntos, volveré a llevarte a mi cama, volverás a sentirme mamá".

jueves, 24 de mayo de 2007

Un paseo hasta el tercer aro

Hace algunos años viajé a Estados Unidos. Cinco para ser exactos. En esa época de mi vida andaba de la mano con la incertidumbre y buscando suelos para volver a establecer las bases de un futuro que pocos meses antes había perdido.
De la noche a la mañana -porque siempre me ocurren cosas de la noche a la mañana- mi vida giró 180 grados. Yo andaba por los celestísimos cielos de Cajamarca, disfrutando de uno de los pasajes más sublimes de mi existencia. Acompañado de muchos jóvenes como yo, ebrios hasta los cabellos, buscando amores eternos que duren dos meses y desesperados por vivir a plenitud a kilómetros de los padres.
A mi regreso, con el hígado en la mano y el cuerpo en el maletín, lo primero en saludarme fue un pasaje de American Airlains con destino a New York, la fecha: en siete días que corrían desde el momento que cogí ese pasaje en la mano. En siete días arreglé todo. Sin despedirme dije adiós (creo que mi adiós escondía un hasta luego), me desaparecí literalmente, nadie más me vio.
New York me golpeó el rostro. Tras ocho horas de vuelo y de una laguna mental inmensa en la que no me encontraba ni la nariz, aterricé en suelo norteamericano. Harto gringo, harto negro, harto chino. En la cola de migraciones sentí lo que sintió La Torre de Babel, fiel testigo de las mil lenguas. Nunca pensé que se podían mezclar tantos idiomas en sólo 20 metros cuadrados. La cabeza me estallaba. Buscaba olor a ceviche o a paella; daba lo mismo, lo importante era hallar un bendito que hable español. Hasta ahora lo busco. Creo que lo aturdido que andaba, el momento que pasaba y los recuerdos habían atiborrado mis sentidos y eso no me dejaba oír palabras tan sólo oía sonidos, sólo sonidos.
La calle me avisaba de lo que había hecho. La ausencia de la melodiosa voz de los cobradores de combi me susurraba que ya estaba solo, que lo que buscaba por fin lo había encontrado. Estaba solo. Era hora de comenzar, de vivir, de extrañar y de llorar.
Una tía me alojó. Bridgport sería mi hogar por unos meses. Los árboles y calles angostas serían los testigos de mi metamorfosis. Era un lugar tranquilo, callado, extrañamente idoneo para dejar correr los rios de lágrimas que brotarían de mis ojos unos días más adelante.
¿Dolor? Ahí lo conocí. ¿Soledad? Ahí me presenté, la saludé, le di la mano, la besé y desde esa noche le haría el amor una y otra vez.
Entre tragos la mente se nubla... mentira la abre. Vi todo lo vivido, recordé todo mi pasado. Tantas mujeres, tantos besos, tantos amigos, tantas traiciones.
Era el comienzo de mi paseo por los infiernos, a puertas del cuarto aro, ahí me quedé. Hoy... hasta aquí narraré.

A libar señores !


Fin de semana marcado en el calendario. La noche llega. Tu cuerpo siente que por fin se acabará tu dolorosa, sacrificada y casi milagrosa semana de abstinencia. La hora de libar ha llegado y olvidas tus ingenuos juramentos al pie de tu fiel amigo de porcelana y las maldiciones dadas al amargo líquido elemento mientras mirabas tu techo dar vueltas y más vueltas cual trompo.
Un grupo de hijos de la gran flauta que han llegado literalmente desesperados a esa noche (por la sacrificada abstinencia) te esperan en la misma esquina de siempre, sentados en la mismos lugares, con las mismas ropas y te apuesto un caramelo de limón más un pan con asado -de la tía veneno de mi universidad- que hasta con las mismas conversaciones.
Se miran las caras y cual saludo la reunión de soles y céntimos (para los más misios) ayuda al libre desenvolvimiento de cada uno. Hasta diría que ese solemne acto de la “chanchita” es como sacarle el veneno al la primera cerveza porque ni bien juntado el dinero (previo agradecimiento a los papitos, mamitas, carteras de mamitas, billeteras de papitos o recolección de ferros de cuarto en cuarto) ya empiezas a escuchar idioteces tal como proezas sexuales, consejos para que les caigas a la chica más rica de tu aula y planes de gobierno (si señores, planes de gobierno porque hasta presidente, y de los buenos, te vuelves con el alcohol sino pregunten a Toledo).
Luego de la gloriosa adquisición del refresco de Baco los ojos de cada miembro de tu entorno va tornandose de un brillo inexplicable, casi extasiados y no falta un wevon que hasta a punto de llorar está.
Y empieza el abrutamiento voluntario y obligado (a la misma vez) de tus sentidos. Sentado y "chupando" el frío no se siente. La gente se vuelve más bruta que tú (porque tú nunca hablas sonseras de borracho). Prendes cigarrillo tras cigarrillo y a veces sólo para dejarlos consumirse en tus dedos (no sean imbéciles no compren más cigarros y ahorren esos céntimos para el ron tumba gente de 8 lucas).
Y tras sólo media hora ya empiezas a ver en su máximo esplendor como ese amargo pero exquisito líquido empieza a realizar su cruel y despiadada labor. Ojos achinados, jetas alargadas y de colores raros, caras rojísimas y en otros casos moradas, conversaciones elegantemente gráficas, silencios aprobatorios de cualquier imbecilidad mentada y hasta un esbozo de vómito con olor a flatulencia toman preponderancia en tu habitad alcoholero.
Ya avanzadas las horas vas viendo como esos 10 soles que tenías en el bolsillo y que te alcanzaría para cervezas, ron, cigarros, papitas, apuestas para tu partido del siguiente día, hamburguesa con papas gruesas (o sea la más cara) y hasta para tus pasajes del lunes van desapareciendo como por obra de magia o por pendejada de tu compañero. Y así se dan las primeras controversias, porque no son conflictos, sólo controversias. Y una caricia de puño cerrado te marea aun más de lo que ya estás. Y ni tus gritos entiendes porque cuando te das cuenta otra vez estás esperando que regresen de comprar el trago.
Entonces ya ves como la noche se va a dormir y paralelamente a la aclaración del infinito se van formando las parejas de amigos y los clásicos “me compre un carro wevón”, “te estimo como mierda”, “pero yo la quiero pe” van sonando y retumbando en las paredes de tus vecinos que te mientan hasta a la mamá de tu gato.
Y así te da el domingo. Resaqueado, sin dinero, golpeado y jurando por enésima vez junto a tu fiel amigo de porcelana que nunca más volverás a “chupar”.

miércoles, 23 de mayo de 2007

De alguien, no de mí

Era callado y de mirada franca, quizás lo único verdadero en él. Sería mejor tratar de describir su sombra que perder el tiempo en su físico; quizás no lo recuerdo o no lo quiera recordar, hacerlo me llevaría a años atrás a los que no me interesa mirar.
Es que no era fuera de serie. Bueno, alguna vez lo fue, pero se convirtió en un cualquiera, pasó al bando de los "no se quién es", dejó la luz de un presente soñado y un futuro brillante para perderse en la oscuridad de la inestabilidad, del casi, del por poco, del de milagro.
De su familia se sabía poco. Nunca contó lo necesario. Adoptaba cuantas personas se les presentaba y les abría su corazón. Sabía que eso era su gran debilidad pero nunca lo dejó de hacer.
Creo que vivía solo. Siempre dispuesto a la hora que sea. Se le veía en las calles por las noches, andando con un cigarro y un paso apurado. Mirando a la nada, tarareando "Nos sobran los motivos" y tratando de llegar a su luz.
Recuerdo que alguna vez me contó -con muchos tragos encima y con tantos cigarros que el humo invadía la habitación- como era mirar el mundo de una estrella. "Todos quieren llegar al tope, vivir en su estrella, no saben que de allí todo se ve igual, es más, no es tan espectacular como debería ser, para ser sincero el camino para llegar hasta allá fue lo más bello que pude vivir", me dijo.
Tenía pocos amigos, los necesarios. Creo que no disfrutaba de las multitudes, siempre buscaba excusas para huir de ellas. No porque tenía algo en contra del mundo, temía a que lo lastimaran más y no quería lastimar a nadie más. Siempre dijo que algún día cogería su bolso, lo pondría al hombro y caminaría el mundo. No quería que nadie lo extrañe, ni que lo piensen. Sólo quería que lo olviden. "Les dejo mi voz, mis ilusiones, mi pasado... que vean ellos que hacen con todo, de mi nombre... a la mierda con mi nombre".
De sus problemas... pues tuvo muchos. Deudas de juego, fantasmas que lo atormentaban cada dos noches, inseguridades, vicios muy fieles que lo seguían a donde fuera y un amor. Sabido de esto jamás quiso compartirlos. Eran sus cosas, el las resolvería, eso hacía creer. Lo único que logró fue acomodarlos muy bien en un casillero de su alma de donde una noche se rebalsaron y lo empaparon.
Era buen tipo, algo atípico, pero bueno al fin. Hoy me acordé de él. Lo vi en un cuadro que siempre lo encuentro y me niego a mirar. Pero hoy lo vi. No se donde estará, ni con quién, de lo que estoy seguro es que debe seguir llorando mucho, más que antes tal vez. Quizás más tembloroso, extrañando más , aumentando sus pesares y jodido por si mismo. Debe andar por ahí hablando con extraños, fumando más, drogándose aveces, bebiendo whiskies, pintando un cuadro o escribiendo. Sí, yo creo que sí... escribiendo ha de estar... esa prosa tan profana y ese verso tan dolido.


lunes, 21 de mayo de 2007

A mis comienzos

Caminar sobre lo visto es lo más sencillo del mundo. Siempre con los pies en el piso, en lo tangible, en lo que ves y sabes que vendrá. Vivir tras murallas enormes y fuertes es lo más seguro. Sin un ápice de duda sabes que jamás serás conquistado, jamás sentirás real dolor, nunca sabrás como llorar con el corazón y hacer llorar con el alma. Es sencillo pretender vivir enjaulado. Hasta las aves fingen felicidad y cantan tras su jaula.
Siempre con las rodillas sin raspones, nunca con las manos sucias, nunca con la mirada perdida, siempre con la autosugestión de estar bien cuando estás mal. Jamás responder con el corazón. Las verdaderas lágrimas dejadas de lado para los soñadores y condenados a muerte . El egoísmo pura fuente de dolor, el dolor más conocido, el de todos, el que nadie acepta.
De Puertas y mares nace de todo eso, además, de una madrugada de coincidencia, de algunas noches de whiskies y coca, de muchos cigarros a cuestas, de algunos cafés, de muchos recuerdos rencorosos, de ingentes tardes de soledad y añoranza y de algunas sombras que iluminan lo más oscuro de la calle.
De un tiempo a esta parte decidí volver a surcar los mares de la libertad pura. Traspasé mis murallas y abandoné la seguridad de la estabilidad. Yo, quien conoció lo más hermoso y los más horrible de la vida había olvidado de donde venía, quien era en realidad. A la noche, mi fiel amiga, la había abandonado. Con ella mis sueños, mis cuentos, mis palabras, mis sonrisas y un beso.
Las convicciones por las que siempre luche caían abatidas una a una por la familia, los amigos y la traición. Qué fácil es hablar sin saber, qué factible es lastimar sin merecer, cómo te vuelves dual para el resto, cómo te levantas de todo con la mirada gacha y no por miseria, sino por buscar razones junto a los despojos, a los que te dañaron.

Y así entre dolor de la libertad, cuando el alma se independiza y los sueños nos llevan por caminos sin piso, donde no existe seguridad de nada, donde sólo sabes que en algún momento caerás y te lastimarás, volví a caminar. Sólo los realmente lastimados y heridos son los que contemplan la plena belleza de la vida. Sólo los que sufren, y no por egoísmo, son los que viven de verdad. Dios sabe con qué gusto daré el último suspiro a los pies de mi padre. Con qué gusto lo miraré y le diré que viví, que soñé, que ayudé y que escribí.