sábado, 26 de mayo de 2007

Dolibeth

Maldito seas tiempo y distancia,
malditos sean mis recuerdos,
maldito yo por ser hombre y tener corazón,
maldito por no saber olvidar...

Ya ha pasado muchas noches desde que la vi por última vez. Estaba más delgada que antes. Muy guapa y muy joven . Aún podíamos respirar al mismo compás. Su corazón todavía llevaba el ritmo del mio. La cama contemplaba en silencio como entre lágrimas, reclamos y un solo destino yo imploraba por detener el tiempo.
Como aquella cena en el segundo piso. Entre la oscuridad, los destellos de luz, la confusión: "Madre, cierra los ojos, recuerdas cuando era niño, cuando me cargabas y me mesías en tus brazos. Recuerdas mi sonrisa, mis besos, mi te amo de un abril. Ahora detén el tiempo, pídele a la eternidad que lleve a su memoria todo lo recordado. Abre los ojos... nunca nos separaremos, desde hoy no estaré ni estarás sola... siempre que recordemos esto, siempre que detengamos el tiempo en esta escena, estarás a mi lado, volveremos a reírnos juntos, volveré a llevarte a mi cama, volverás a sentirme mamá".

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