lunes, 21 de mayo de 2007

A mis comienzos

Caminar sobre lo visto es lo más sencillo del mundo. Siempre con los pies en el piso, en lo tangible, en lo que ves y sabes que vendrá. Vivir tras murallas enormes y fuertes es lo más seguro. Sin un ápice de duda sabes que jamás serás conquistado, jamás sentirás real dolor, nunca sabrás como llorar con el corazón y hacer llorar con el alma. Es sencillo pretender vivir enjaulado. Hasta las aves fingen felicidad y cantan tras su jaula.
Siempre con las rodillas sin raspones, nunca con las manos sucias, nunca con la mirada perdida, siempre con la autosugestión de estar bien cuando estás mal. Jamás responder con el corazón. Las verdaderas lágrimas dejadas de lado para los soñadores y condenados a muerte . El egoísmo pura fuente de dolor, el dolor más conocido, el de todos, el que nadie acepta.
De Puertas y mares nace de todo eso, además, de una madrugada de coincidencia, de algunas noches de whiskies y coca, de muchos cigarros a cuestas, de algunos cafés, de muchos recuerdos rencorosos, de ingentes tardes de soledad y añoranza y de algunas sombras que iluminan lo más oscuro de la calle.
De un tiempo a esta parte decidí volver a surcar los mares de la libertad pura. Traspasé mis murallas y abandoné la seguridad de la estabilidad. Yo, quien conoció lo más hermoso y los más horrible de la vida había olvidado de donde venía, quien era en realidad. A la noche, mi fiel amiga, la había abandonado. Con ella mis sueños, mis cuentos, mis palabras, mis sonrisas y un beso.
Las convicciones por las que siempre luche caían abatidas una a una por la familia, los amigos y la traición. Qué fácil es hablar sin saber, qué factible es lastimar sin merecer, cómo te vuelves dual para el resto, cómo te levantas de todo con la mirada gacha y no por miseria, sino por buscar razones junto a los despojos, a los que te dañaron.

Y así entre dolor de la libertad, cuando el alma se independiza y los sueños nos llevan por caminos sin piso, donde no existe seguridad de nada, donde sólo sabes que en algún momento caerás y te lastimarás, volví a caminar. Sólo los realmente lastimados y heridos son los que contemplan la plena belleza de la vida. Sólo los que sufren, y no por egoísmo, son los que viven de verdad. Dios sabe con qué gusto daré el último suspiro a los pies de mi padre. Con qué gusto lo miraré y le diré que viví, que soñé, que ayudé y que escribí.



1 comentario:

lili dijo...

Que bueno estas haciendo lo que realmente te gusta te lo dije y te lo digo de nuevo q te vaya de la puta madre en esto y en lo que hagas.