sábado, 5 de abril de 2008

Hoy digo que:

Cuando tienes 21 años de presentes inestables y futuros inciertos la vida no dista mucho de ser gris con tenues tonos rosas que son proporcionados por algún gran amor, quizás un efímero recuerdo de un abrazo o un rostro lleno de muecas que te espera en algún pórtico.

Llenas tus días con tabaco, algo de alcohol y una que otras veces de algún estupefaciente analgésico de tu memoria. Llenas tus noches de desvelos, de arrepentimientos y de fotos de viajes cortos.

La vida no se te hace seria, estás más jodido que viernes santo, pero no se te hace seria. La tomas como pasa y ya. No hay mañanas, sólo esas horas que atiborran tus sentidos de placeres momentáneos que sabe Dios cuánto te durará; porque como dice la canción todo tiene su final y lo sabes, pero igual te juegas a resultados llenos de eternidades que pueden ser interrumpidas por una palabra, una obligación o un error cargado a cuestas por muchos años.

Soy un estudiante que divaga entre sus deseos de ser escritor y su afán de ocultárselo a los demás. A esos que no se llenan con un "soy escritor" y te bombardean con "ya, pero que más". Sí, he de aceptarlo, hasta yo me bombardeo con ese "ya, y que más".

Pero es que, como alguna vez escuche, en la vida no hay que dárselo a demostrar a nadie, en la vida tienes que creértelo y eso no me esta pasando, no me la quiero creer, no me quiero convencer que puedo jugar a crear mundos y personajes que vivan sus propias vidas entre prosas y versos.

Hace pocos días estas disyuntivas me valían lo mismo que al ministro Carranza le vale la economía de mi país, es decir nada y menos. Hasta que una mocosa de hogar disfuncional y de días de austeridad, más una mujer, testigo de mis excesos y alimentadora de besos, me hicieron ver la realidad.

Debo enfocarme en un mañana, cubrir y sobrepasar los sacrificios foráneos, amar a un sudor, aprovechar mis facilidades.

No hay comentarios: