jueves, 1 de enero de 2009

Bitácora de un escarceo V (NOVELA)

Pasar la noche vieja postrado en una cama no es lo más “cool”. Tampoco pone mucho. No pude escaparme, había mucha seguridad. Mujeres disfrazadas de pingüinos no me dejaron ni un minuto solo. No tuve más remedio que dormir, aceptar el sedante y dormir.

Al despertar ya estaba dicho todo. Descansé mientras todos chupaban como vikingos recién llegados a puerto. Descansé. Luego quise jugar play, pero no pude, no encontré la llave (el cd que activa el disco duro) y me conformé con una maratón de los Simpsons. Carajo, es la segunda vez que me pasa algo así. Como cuando dejé la llave dentro del carro. Fue el apuro, estaba tan ansioso de volver a tener a la dueña de mi corazón en una cama que olvide sacar la llave del contacto. Y luego, bueno… a recurrir a las malas artes para abrir la puerta. Fue muy vergonzoso que una princesa viera a un delincuente en acción. Fue penoso.

Mi día ha transcurrido entre leer poesía de Sabina y discutir conmigo mismo sobre la crisis de Alianza Lima. Luego cerré los ojos y aluciné jodido. Vi un mar con la orilla empedrada y yo perdido entre miles y miles de risas. A mi lado vi a una mujer cincuentona con semblante de ángel. Quise abrasarla. Llorarle, rogarle no sé que. Unos metros delante de mí estaba ella, la culpable de este delirio. Tan lacia, tan corta de ropa. Con sandalias y una gaseosa. La miraba mucho mientras un cigarro se consumía en mis dedos. Ella no volteaba. No sé que esperaba para acercarme… no lo hice.

“Hora de comer”, dijo una monja con ojos grandes, azules. “Puta madre, me cagó el chongo”, le dije. Se sorprendió y se fue llevándose la fuente de comida así que decidí dormir, otra vez. Me entregué a los placeres de los somníferos y me relajé.

“Anda dame que fume, porque me siento solo,
dame de fumar que no quiero estar triste no.
Jalada a jalada, porro a porro
se desnuda el alma y las penas no existen…”

Puta, vaya canción. Esta no ayudaba. Apague el aparatito y … y… y…zzzz

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