lunes, 5 de enero de 2009

Bitácora de un escarceo VI (NOVELA)

Quiero verla. Sé que quizás está con alguien más, que habrá estado ebria durante las fiestas coqueteando sin mirar a los costados, sin ataduras, sin reproches. Así ha de estar. Feliz, muy feliz. En tanto, yo tengo calor y los neuroviol ya no son suficientes. Qué cierto es. Cuando uno se complica uno se aplica, pero usualmente es en vano. Ya da igual.

Hoy llamó, no vino pero llamó. Me dijo que “no”. Luego de mucho pensar me había respondido y, con mucha pena según ella, decidía seguir su vida sin mí. “Estoy confundida. Hay alguien más. No puedo continuar”.

¿Suena familiar? A todos nos han terminado igual en algún momento. De cualquier modo siempre duele y a mí me termino de matar. Conversamos por quince o veinte minutos. Ella hablaba y yo ya no sabía que pensar. Escuche “no“ y hasta ahí llegué. Sin ser cursi, me eché a llorar. Subyugado por todo un pasado. Recuerdos, demonios, rostros. Jode como la puta madre. Como la puta madre del hijo que confundió a mi princesa. Lo confieso no fui un “gentleman” ni un Don Juan Tenorio. La poesía ya había caducado y la prosa casi no llevaba su nombre. Nunca le abrí la puerta del carro. Jamás le regalé rosas. Mirar el mar siempre quedaba en promesas, siempre promesas. Para ser más honesto aún, hasta puta la llame. Así de imbécil fui. Entonces de qué me quejo.

Soy XXXX y tengo una historia por contar, un pasado por declarar. Un relato que explicará el por qué de la bitácora de este escarceo.

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