lunes, 18 de junio de 2007

La princesa y el bohemio

Estaban en la entrada del castillo de la princesa. Debajo de un jardín colgante de flores , ella recostada a una base del portón y el bohemio parado frente a ella con las manos muy húmedas de sudor y los ojos extasiados del amor más puro que pudo existir: sin malicia, sin lujuria y con mucha locura.
La princesa con los ojos muy perfectos, marrones claros, siempre vivos. De sonrisa capaz de hacer ocultar al sol, de palabras musicales y de gestos que volvían vate al exiguo bohemio. Él de ropas muy simples, de mirada muy triste, de sonrisa desconfiada y de corazón muy muerto.

Era invierno y la noche abrazaba con sus largos brazos todo el reino. Los árboles, mudos testigos de ese momento,amparaban a los amantes y tocaban con sus ramas -al ritmo del viento- las tonadas más hermosas que el reino P jamás oyó.

La luna no muy lejos, mas sí muy hermosa y muy llena, sonreía al ver dos mundos tan distintos y no muy lejanos unirse con el compartir de un mismo compás de los latidos de sus corazones. Las estrellas alumbraban de norte a sur el firmamento. "Cada estrella que veas y brille es un te amo, cada estrella que falte y por su ausencia no brille es mi corazón entrañándote", quiso decirle alguna vez el bohemio a la princesa, pero nunca lo hizo.

Las casas del pueblo -de dos plantas la mayoría- confabulaban con su silencio para no confundir sus bodrios placeres con una ilusión latente e impalpable a las manos mortales de los seres que se saben querer sólo por una vida.

Los pobladores pasaban saludando y sonriendo a la princesa. El bohemio callaba y ocultaba la rabia de no tenerla sólo para ella. Se sabía extranjero en unas tierras donde todos amaban la dulzura de la princesa. Era muy celoso, odiaba a todo aquel que estuvo antes que él, odiaba a todo ser que tuvo la dicha de tan siquiera haber rozado su mano con el dócil y negro cabello de su amada. "Una burbuja donde nadie te tocará ni te mirará, donde sólo yo existiré y donde sólo tú vivirás", así le hubiera gustado que sea al bohemio, pero la princesa tenía vida y él lo entendía.
Una mirada de pedido de piedad del bohemio, una sonrisa de amor de la princesa. Algo por decir por parte del bohemio, algo por oír por parte de la princesa. Muchos nervios y temores del bohemio, ingentes cantidades de ansiedad de la princesa. Una caricia en la tosca mano del bohemio y el pedido de una promesa hacia la princesa. "Me iré luego, sin preguntas, sin besos, como un ladrón en medio de la abyecta noche, como vine... de la nada hacia la nada", dijo el bohemio.
Los ojos confundidos de la belleza hecha mujer, las ansias por liberar lo que el bohemio tenía amarrado al corazón, la noche más fría, el reino más callado, lo chicos de la añeja esquina y un te amo preparado de lo tácito y servido para la princesa. Momento de inexistencia y de tiempo congelado, reacción del bohemio, sonrisa tímida de la princesa, huida desesperada del bohemio, noche de ilusión para la princesa.

1 comentario:

lili dijo...

Ahora si me he podido dar cuenta q aún me amas lo puede sentir y lo puedo saber cada día q me buscas y q estamos juntos y hoy tambien pude saber q me amas me lo demostrastes...