jueves, 19 de julio de 2007

Desvaríos... sólo palabras

Estoy muerto... no aún no. Maldita respiración, me arrancaste la ilusión de haber muerto. Si... hubiera sido genial estar muerto, ya no se dirigirían a mí mas que para rezarme cual santo o para decirme lo mucho que me extrañarán. Eso es gracioso, cómo es posible que un hijo caprichoso e inesperado de la vida -como es la muerte- cambié los sentimientos de las personas en un segundo, así de rápido, así de sencillo.

Pero maldita sea, no estoy muerto. Aún respiro, porque eso ha de ser... no hay otra forma que mi corazón continúe latiendo así de fuerte y que continúe entrando oxígeno a mi cerebro para poder entrelazar estas palabras con coherencia, porque... ¿tienen coherencia, verdad? o no. Quizás estoy desvariando, si eso ha de ser, mi cerebro desvaría porque yo no, yo nunca desvarío.

Como sea... ¿qué me pasó? ¿porqué aún veo el techo blanco? ¿porqué huele a whisky? oh Dios... whisky. El licor más exquisito que pudiste poner en tu granja esta. Cuántas noches de placer me dio ese bendito elixir de vida. Esperen... eso no es cigarro, es otra cosa. Yo... yo nunca fumé eso, o ¿si?. No, estoy seguro que no... creo. Pero si no fui yo, entonces quién.

Mejor me paro, esto de estar recostado me está entumeciendo el cuerpo. Además el piso está frío y me puedo constipar.

Qué dolor de cabeza, maldita resaca, porque eso ha de ser, resaca es lo que tengo. Ojalá y halla sido de whisky, sí de eso fue, por eso huele a whisky. Qué bien!, para variar tome solo. Así es mejor. Entonces qué me quejo... no, no me quejo, sólo lo digo para darme cuenta que estuve solo... que novedad, siempre estoy solo.

Al parecer estoy loco, o en ese camino voy, o a puertas estoy de ese camino, o quizás estoy buscando esa puerta... en qué estaba. Ah si, lo recuerdo mi resaca y mi locura... ¡qué buen par carajo! inseparables como la noche y el sol.

Pero qué hago, está bien así, mejor me callo y me marcho. Sí eso haré, pero... por donde vivo, en donde vivo. Ah! Ya lo recordé: Calle Agonía esquina con Esperanza, ojalá y la nana Caronte todavía siga en casa...

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